jueves, 13 de enero de 2011

¡Por mil cañones y cien turbantes negros! ¡Tenéis que daros prisa con la comida o aquí  estos chiflados me van a comer, a mí al, gran Aristófanes Columbus!

Este fin de semana os mandaremos la primera receta de comida pirata. Aquí  todo el mundo me está mirando con ojillos golosos, o sea que me conviene que os pongáis a cocinar pronto. El Gran Maestre de la Hermandad me ha dicho que no me preocupe, porque nunca un miembro de la Hermandad se ha comido a  otro, pero por aquí hay algunos piratillas que parecen no tenerlo muy claro. Me recuerdan al famoso MUSTAFA DIENTES NEGROS, del que cuentan que en un viaje en el que se quedó sin comida, se merendó a media tripulación. La verdad es que su barco era el más apestoso de todo el Océano Indico y tampoco se perdió gran cosa.

Por cierto, como creo que vamos a ser grandes amigos os presentará a algunos familiares y amigos mios:

Mi primo Macabeo III Pies Sucios. Ha sido un pirata muy audaz y emprendedor, pero últimamente está más aburrido y ya no navega tanto como antes. No se suele lavar mucho, o sea que ya podéis suponer el porqué de su nombre.

Un antepasado mío muy temible: Trapisonda Black. Fue un pirata famosísimo, que acompañó a Jack Sparrow en algunas aventuras y lo mismo era bueno como decidía volverse malo, según le conviniese. Tenéis que saber que llegó a ser segundo de a bordo de "El Temible", el barco del mismísimo Barbanegra, con el que todos los días jugaba una partida al parchís. Desgraciadamente, como le ganaba tantas veces, un día Barbanegra, que era muy bruto lo mandó echar a los tiburones y nunca más se supo de él. Aunque  se cuentan por ahí algunas leyendas de las que ya hablaremos.
 Mi tío Pit Borrachín Ojo Tuerto. Podría haber sido un gran pirata si no se hubiera dedicado a beber ron sin control. Un día os contaré algunas cosillas sobre él.


Para mí uno de los seres más queridos del mundo: mi peluche Llaguitas. me acompaña a todos lados  y nunca voy a ningún viaje de exploración sin él. Me sentiría muy triste.


Este es el gorro careta pirata que mi abuela Tita la Revoltosa me tejió para que no pasara  frío  cuando navegamos cerca del Océano Antártico.  Tenéis que saber, que antes de usarlo, los moquillos se me volvían hielo y la calva se me quedaba helada. Pero lo mejor son los protectores de las orejas. Una vez se me quedó la cara pegada a las paredes de hielo del Castillo Iceberg de la Reina del Hielo y de no ser por este gorro, lo hubiera pasado fatal.


Este es el Castillo Iceberg de la reina del Hielo.Ya os contaré  como logramos quedarnos con su tesoro de diamantes de hielo y como por tontos se nos derritieron al llegar al caluroso Mar de Java

Esta es mi hucha secreta en la que guardo todos mis ahorros. Con un poco de suerte espero tener pronto lo suficiente para comprar un galeón propio.


Bueno, Ana y José Ignacio,  aquí me despido de vosotros, que tengo muchas cosas que hacer.  Todavía no sé como haremos para probar la comida que preparéis, pero no os preocupéis. Encontraremos la manera.

Recibid un abrazo de vuestro amigo, el gran, gran, gran
                                                      ARISTOFANES COLUMBUS

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